La Rosa Invisible
Está dentro de nosotros, solo hay que recordar dónde
8/30/20242 min read


Bajo la superficie del mundo, donde nadie mira, una rosa crece en silencio. No es una rosa común. No tiene espinas ni raíces visibles, pero su esencia se mueve a través de túneles invisibles, serpenteando entre calles, oficinas y vagones de metro.
Es la alegría que nos habita, que nos conecta sin que nos demos cuenta. Es la chispa en la mirada de un desconocido que te cede el paso, el eco de una risa compartida en una cafetería, el latido cálido de una mano que roza la tuya en un vagón abarrotado.
No todos pueden verla, pero cuando florece, transforma todo a su alrededor. Un día gris deja de serlo cuando alguien sonríe con sinceridad. Un pasillo monótono de oficina se ilumina con la complicidad de una broma. Un viaje rutinario en metro se vuelve especial porque, por un instante, dos miradas se cruzan y saben que no están solas.
La rosa sigue creciendo, cavando sus túneles, extendiendo su red de belleza. Lo que antes era ordinario ahora es digno de un museo: la luz dorada de la tarde sobre los edificios, el sonido de una melodía callejera, el brillo en los ojos de alguien que acaba de recibir buenas noticias.
Porque la alegría es así, sutil pero imparable. Se mueve bajo tierra, esperando el momento de brotar en cualquier rincón del mundo, en cualquier corazón dispuesto a dejarla florecer como una obra de arte.
Modelo: @aitaniitta













